Cuperosis y Rosácea

La piel al no tener protección contra las agresiones externas provoca en algunas personas una mayor permeabilidad cutánea, variación de la microcirculación y puede evolucionar hacia una dermatosis conocida como rosácea. La presencia de capilares sanguíneos dilatados en el rostro es la evidencia de fragilidad de los capilares de la piel.
De hecho, la cuperosis puede considerarse la evolución de un estado repetido de una inflamación de la piel, siguiendo un estímulo externo (cambios bruscos de temperatura, tabaco, especias, alcohol…) o interno (como el estrés o factores genéticos) que, con el paso del tiempo y con la repetición de este fenómeno, de un estado transitorio se convierte en una condición estable y crónica, provocando la dilatación de los vasos sanguíneos en el rostro.
La rosácea no es peligrosa pero es molesta y se puede tratar en nuestro centro obteniendo grandes resultados.
Este tipo de lesión puede desarrollarse tanto en mujeres como en hombres, aunque son especialmente sensibles a padecer estas lesiones cutáneas las personas con un cutis claro y más fino.
Se forman pequeñas venas varicosas (telangiectasias) de colores rojizos y morados sobre todo en la zona de la nariz, las mejillas, la frente y la barbilla, también se conoce como cuperosis.